martes, 22 de abril de 2014

22-4 Primera caminata

  Llegué anoche, Barcelona me recibió lluviosa. Salí a comer pero me volví a la habitación sin recorrer nada casi, no tenía paraguas.

  Hoy, apenas salgo del trabajo me recibe lo que pareciera ser una propaganda macrista en catalán que avisa que con "esta pala se lleva millones para lavar la reina cristina". O algo así, la verdad es que el catalán mucho no se entiende.

  

  Aquí hablan mucho catalán.
  Viajo en subte y me bajo en Plaza Catalunia, donde comienza La Rambla. Miles de personas. Miles y miles.
  Cientos, por ejemplo, en un mercado, que bien podría ser el mercado del progreso en Buenos Aires si le dieran un poco más de bola o si fuera esa cantidad de gente que va ahí. Gente sacándole fotos a la fruta, algo que, a mí, me parece una gilada. Este, por ejemplo, era un puesto muy fotografiado:
 
  

  Muy lindo, pero son ajíes: olelos, comelos, compralos, ignoralos. ¿Da para foto? Puede ser que dé para una foto, pero ver cientos de personas fotografiando ajíes me hace sentir raro, incómodo. Fotografié los ajíes para que pueda entenderse de qué estoy hablando, mirando de reojo a japoneses, africanos y brasileros que hacían lo mismo que yo, a ver qué cara ponían. Me gustaría decir que vi gente triste y aburrida, pero la verdad es que parecían contentos de estar ahí fotografiando ajíes como si estuvieran en conferencia de prensa.

  Más adelante vi un monumento a Colón. Enorme y bien conservado. Que allá en Argentina se tache el nombre de Roca en su avenida y pongan pueblos originarios arriba o que se discuta si se va o se queda la estatua de Colón, sin entrar en detalle de que lado de la discusión me pondría, es algo que me pone ambiguo. Me gusta al mismo tiempo que me parece una pelotudez que distrae de lo importante.
  ¿Qué es lo importante? Ni la mas puta idea.


  Después me fui a buscar dónde ver el partido del Atlético - Chelsea. Alejándose de La Rambla ya había mucha menos gente en la calle.


  Me parecía un poco depre entrar a ver el partido solo, esperaba ver a un grupo de gente mirando el partido y comentándolo, pero a muy pocos les importaba. Y parecían tener razón: terminó siendo embole, cero a cero. Los pocos que prestaban atención se empezaron a ir antes de que termine.

  Me volví a la habitación, caía la noche.


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