domingo, 4 de mayo de 2014

4 - 5 Museo Dalí en Figueras, semana corta en Barcelona y fin de semana largo en Mallorca

  Hace una semana justo atrás, estuve en Figueras, visitando el museo Dalí. Serán unos cien kilómetros de Barcelona y hay que tomarse un tren. 
  Miraba a la gente viendo las obras y me imaginaba a mí mismo, a cierta distancia, haciendo fuerza por entender. Había pocas explicaciones y mucha gente. 
  Yo de pintura la verdad es que entiendo poco y nada. El tipo me parece un genio, tiene allí algunos cuadros y esculturas que me parecieron geniales. No les saqué fotos porque seguramente están en mejor definición en Internet. Aquí también la gente le sacaba fotos a los cuadros, y aquí estoy más seguro que nunca que eso no tiene sentido, porque uno busca la imagen y está mejor fotografiada en la red.



  En la semana corta lo que más hice fue trabajar y ver los partidos de la champions. Terminaban a las 11 y ya me volvía cansado. Solo fui a ver el arco del triunfo (UN arco del triunfo, de los muchos que hay en Europa).
  En América no tenemos arcos del triunfo.

 
  Volviendo al departamento me interné en un parque. Era enorme, un no dejaba de sentirse dentro de una gran ciudad.


  El fin de semana largo viajé a Mallorca. Fui sin averiguar demasiado, y terminé metido en el medio de una especie de viaje de egresados de miles de alemanes.



  La foto que vemos arriba es de cientos de alemanes ya escabiados a las once de la mañana con minas semi en bolas arriba de la mesa y una música que puedo entender que a los alemanes los ponga contentos, pero a mi me parecía medio boba.
  Según lo que pude averiguar después, a "El arenal", que es la zona que yo fui, van a veranear los alemanes, y a "Magalluf" que queda del otro lado, van a veranear los ingleses. Los carteles de los negocios estaban directamente en alemán.
  Había un ejercito de hombres negros vendiendo baratijas como anteojos de colores y baldes para la cerveza por la playa. Había también un ejército de mujeres filipinas ofreciendo masajes.
  Salí un poco de todo aquello y me fui a las zonas un poco más deshabitadas, pero no había playas sino más bien acantilados.






  Ya en la ciudad vi una linda catedral, y calles muy parecidas a Barcelona. Mallora es un destino de playa y shopping, no había mucho más para ver.




   Me volví caminando para mi zona cuando caía la noche. Comí unas wursts alemanas y me tomé una birra de la que esperaba más siendo que la tomaban los campeones de la cerveza. Vi que los alemanes estaban siempre en grupos de 6 a 10, incluso a varios con remeras como si fuesen de un mismo club, y que no hablaban demasiado con los los de afuera de su grupo.
  Después de (como mínimo) diez horas de alcohol se los veía alegres pero enteros. 



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